sábado, 20 de enero de 2018

Las hijas de mis hijos

Los gemelos juegan con muñecas.

Ya está, lo dije.

Seguramente cuando Andrés lea esta historia me va a llamar histérico y me va a decir “Lorena! Porqué le cuenta a todo el mundo eso?!!!”.

Y es que aunque dentro de nuestro hogar es algo sumamente normal, los chicos siempre han considerado sus peluches como “sus bebés”, es algo que tristemente aún no es 100% socialmente correcto, o bien visto.

Anoche estaba reflexionando sobre esto, cuando no puedo dormir se me ocurren los mejores temas para este blog.

Entiendo que hace 20 o 30 años era prohibido, en palabras mayúsculas, que los niños jugaran con muñecas, sencillamente porque a un hombre de esa época no se le ocurriría ser un padre que cuida de sus hijos, él es el proveedor, su esposa, que para eso no trabaja y está siempre en el hogar, es la encargada de cuidarlos, cambiarles el pañal, darles de comer, es decir, criarlos. El padre podría ser amoroso y compartir un rato con ellos cuando llegaba del trabajo, pero no se le pasaba por la mente que alzarlos y mecerlos por toda la casa para que dejaran de llorar era algo que podría hacer.

Hoy los roles cambiaron. Las madres algunas trabajan, otras deciden quedarse en la casa, pero el verdadero cambio está en el rol del hombre, ya no solo se dedica a trabajar y jugar con sus hijos cuando estos están de buen humor, ahora asume un papel más participativo dentro de la crianza de los hijos. No es que “ayudan” a la madre, es que gracias a la evolución pensativa de las generaciones, se dio cuenta que la mitad del ADN de ese niño es suya, así que no ve como algo extraño alzarlos, cambiarles el pañal y darles el chupón. Es tanto trabajo suyo como de la madre de la criatura.

El ejemplo más cercano que tengo de esto es Andrés, él no cree que "me ayuda con los hijos", simplemente los cuida, los criamos juntos. Antes podría alarmarse cuando veía a los gemelos haciendo fiestas de cumpleaños para todos sus bebés peluches, pero entonces le recordaba que por mucho tiempo él se encargó de cuidar a los chicos para que yo fuera a trabajar.

Entonces, si es socialmente permitido y hasta aplaudido ver a un hombre paseando a su bebé por la calle en el coche, cargando con la bolsa gigante llena de pañales, de chupones y de fórmula, ¿porqué el que mis niños varones jueguen a hacer exactamente lo mismo con muñecas es algo que mejor no mencionamos entre los círculos de amigos? Lo que están haciendo es jugar a algo que ellos mismos, sin que nadie les informe nada, saben que serán cuando crezcan, padres responsables. Esta escena se repite cuando juegan a ser otros de sus posibles roles para el futuro, como policías, maestros, oficinistas o cuando dejan a las muñecas tiradas debajo de la mesa para irse a jugar fútbol. Tengo que andar juntando a mis pobres nietas del piso, del patio, debajo del carro…


Todo esto de cuidar de alguien más pequeño siempre lo han practicado, con sus peluches casi desde que aprendieron a caminar y luego con las muñecas de sus primas cuando van a jugar juntos. Pero recientemente, este interés por los bebés y aprender a cuidarlos aumentó conforme va creciendo el tamaño de mi vientre.

Mientras todos esperamos emocionados la venida de Sara, la ansiedad y las dudas se han adueñado de Javier y Matías.

Nunca antes se habían cuestionado de dónde vienen los bebés, por dónde es que salen de la panza de mami, qué hacen los bebés cuando están recién nacidos,  porqué tienen que tomar leche, de dónde sale la leche? Ahora este tipo de preguntas las hacen a cada rato.

-          - La leche sale de tus tetitas mami? – me dijo un día Matías – y yo puedo probarla?
-          - Si claro – le dije – te la sirvo en un vasito.
-         -  Pero le tengo que poner sirope, porque la leche sola me da güacala.

Con preguntas como está, que salen de la nada, es que ellos van saciando su sed de información ante este evento misterioso que es tener una hermana pequeña.

Javier nos sorprendió un día con una pregunta e historia todavía más reveladora.

-          - Mami, sabes que voy a tener un bebé? – nos dijo un día mientras caminábamos por Multiplaza.
-        -   Si claro, tu hermana Sara.
-          - No mami, un bebé que voy a tener con mi novia. – freno de repente y Andrés tose – así es mami, estamos tratando.
-          - Ajá? Y cómo tratan? – la curiosidad me está matando.
-         - Pues yo la llamo todos los días – desde su celular de juguete – y le digo cosas lindas y también le digo que coma mucha ensalada y cosas sanas para que en la panza le crezca un bebé.

Andrés y yo sonreímos de alivio ante su inocencia y nos abrazamos los cuatro en medio pasillo mientras la gente pasaba a nuestro lado molesta por estar frenando sus apresuradas compras navideñas.

Hace pocos días, cuando mi hermano Santiago les regaló unas muñecas que él tuvo que comprar para una tarea del colegio, su sueño de ser padres se cumplió y ahora cada uno tiene una bebé, la de Javier es la que tuvo con su novia, me dijo que cuando nació ella la mandó en helicóptero porque resulta que es alérgica a los bebés. La de Matías no sabe de dónde salió ni quien es la madre, pero está bien seguro de que es suya, le dibujó colochos en la cabeza.

         

Así que cuando me asaltan los pensamientos preocupantes sobre si lo estaremos haciendo bien, por que hay que decirles las cosas cien veces, otras no hacen caso, pelean entre ellos y de repente se dan una que otra patada voladora, pienso en cómo estaban jugando hace un rato, paseando a sus bebés por toda la casa, cambiándoles el pañal con una servilleta, dándoles leche con una narguile y una chupa chupa de desayuno, todos esas ideas negativas se esfuman. Se que van por buen camino hacia nuestra meta como padres y es que sean buenos hombres, que si algún día se casan y llegan a tener hijos, serán buenos esposos y padres y tal vez la razón, o una de ellas, es  porque cuando eran niños jugaban con muñecas.

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