En estos días mi familia vivió un momento
trascendental. Algo que cambió la vida de mis hijos y ahora ellos ven el mundo
de manera diferente; estamos en una nueva etapa, ya crecieron, ya maduraron.
Esta semana mis gemelos aprendieron a comer chicle!
Sí, un chicle les cambió la vida a mis gemelos… Otro ejemplo de la forma sencilla con la que ellos ven el mundo.
Hace meses que están con que quieren comer chicle.
“Mami, deme un ique”.
Yo consideraba que ellos no estaban para eso, seguíamos
en la etapa de meterse juguetes en la boca y de atragantarse con gomitas. Así
que les decía que no. Como también están en la edad de los infinitos y miles
por qués, tenía que darles otras mil razones por las cuales no podían comer
chicle todavía y la que más funcionó fue la más sencilla: porque todavía no
pueden decir bien la palabra.
- - Javier
y Matías, ustedes están muy pequeños para comer chicle, cuando puedan decir
bien Chiiiiiiiicleeee y dejen de decir ique,
les doy uno.
Fin de la insistencia, no me volvieron a pedir.
Resulta que los gemelos todavía hablan como en chino
mezclado con patuá; en ese idioma
extraño que ellos se inventaron y sólo entre ellos se entienden. A veces nos
hablan en un medio español. Como toda madre, soy de las pocas personas que entiende lo que quieren decir. En mi mente yo los escucho claro pero constantemente tengo que traducirles a otras personas. Además hacen
mímica, como última instancia para darse a entender. Yo les repito y pronuncio
bien despacio las palabras que les cuesta pronunciar y se ponen a
practicar. Se meten en su cuarto, se
ponen uno frente a otro y recitan las palabras que saben, entre ellos se
corrigen y también se aplauden y felicitan cuando lo hacen bien.
- - No
Javi, no se dice aramillo, se dice
amarillo…
- - Bravo
Matías, aprendió coco-ilo
Y así pasan las tardes, recitan los colores que se
saben, los números y palabras random.
Pues la semana pasada estaban en su momento de
práctica oral cuando los escuché repitiendo:
- iiiiique, no así no es, es shiiiiique,
no así tampoco.
Creí que la
intensidad con los chicles estaba superada! Pues no, ellos habían estado
intentando pronunciarlo bien y de repente Matías lo dijo, lo escuché claro desde mi
cuarto: shiiicleee. Él gritó de la
felicidad, Javier le aplaudió, se dieron besos, se abrazaron, rodaron por el suelo (eso siempre lo hacen cuando algo los alegra)
y salieron corriendo a mi cuarto esperando su merecido premio.
Tuvimos que salir a comprar chicles. Aunque Javier aún
no lo decía bien, no le podía quitar el empeño que había puesto. Así que
después de 200 colones y ver los chicles rodar por la maquinita, Matías y
Javier lo lograron. Se comieron su pelota de chicle. Para ser la primera vez no
nos fue tan mal, Javier lo masticó dos veces y se lo tragó y Matías lo tuvo en
la boca unos dos minutos, se aburrió y lo botó pero su cara de triunfo marcó
ese momento tan épico para él.
Me dijo “mami, ya soy un adulto” y claro, no podía faltar
el bullying hacia su hermano que no lo logró. “Javi no, el todavía es un bebé”.
Pasaron unos días y Javier se resignó por el momento;
lo intentamos unas tres veces más pero siempre se tragaba el chicle así que
decidió que lo suyo son los confites.
- “Mami, a mi me gustan los confites, que
también son de adulto, los chicles no me gustan porque no se comérmelos y me
los trago”.
Una solución sencilla para una situación complicada para él.
Sin hacer mucho alboroto ni escándalo, a los pocos
días Javier llegó a contarme que la tita
Chi le había dado un chicle y él no se lo tragó.
- “Ahora sí que soy un
adulto de verdad, mami”.
Ese momento tan normal, como comerse su primer chicle,
los hizo crecer, tanto así que
decidieron saltarse unas tres etapas del crecimiento natural humano y se
consideran adultos por haber alcanzado este logro que tanto empeño les costó.
Y es que así es todo en esta vida, solo que hasta
ahora me voy dando cuenta y es gracias a lo que mis hijos, sin ellos saberlo,
me enseñan. Los pequeños logros que alcanzamos son los que nos hacen
crecer.
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Buenisimo
ResponderEliminarQue éxito lo lograron
ResponderEliminarMe encanta tu blog!!! me recuerda a mis hijos hoy uno casi "adulto" (18) como Javi y Matias! y por cierto le encantan los chicles tambien y a mi adolescente de 15.
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