martes, 27 de enero de 2015

Mi vida con gemelos

Puedo decir que mis hijos son famosos en Facebook, bueno, por lo menos entre mis amigos y conocidos y su público aumenta cuando etiqueto a mi esposo en las fotos. Suelo compartir en mi muro los momentos en los que mi par de gemelos me parecen los más particulares, graciosos, inteligentes y geniales del mundo. Igual que cualquier mamá.

Digo que son famosos porque cualquier persona que me tope en la calle, así lleve años sin verla y no ha visto nunca a mis hijos, antes de preguntarme cómo estoy, preguntan por mis gemelos y nunca falta la frase “están divinos, los vi por Facebook”. No importa si esta persona es una amiga de mi edad o una amiga de la iglesia de mi abuelita (sí, ella también tiene Facebook, pero eso es otra historia) y sé que esa frase no se atañe solo a mis hijos y a mi problema crónico de querer contarle y mostrarle al mundo las salidas de mis hijos, ahora todos nos vemos por Facebook.

La red tiene sus buenas y sus malas; es una maravilla, ahora todos estamos conectados... Es un problema exponer la privacidad (incluidos los hijos) a los ojos de todos. Para mí, es la plataforma perfecta para mi nuevo proyecto personal.

Muchas veces me veo frente a un grupo de amigos o familiares contando la última historia, a veces me gusta decirles aventuras, de Javier y Matías; gente que muestra genuino interés por saber qué hicieron, reaccionan con risas reales, comentarios sentidos y hasta consejos.

Conforme cuento sus andanzas, las voy imaginando en mi mente como si estuviera leyendo un libro, “La vida de Javier y Matías”… no, el título no puede ser tan común, “Javier y Matías, juntos contra el mundo”…. No, tampoco tan épico… voy a pensar más adelante en un título mejor. En fin, ya que para mí es una necesidad comunicarle al mundo las aventuras de mis hijos, porqué no escribirlas?  

Hay una persona por ahí que cada vez que me ve me dice que no deje de escribir, porque la mano y la mente se atrofian a lo que yo respondo que estoy en una sequía inspiracional, carente de temas. Él me dice siempre lo mismo: escriba sobre lo que usted sabe. Pues bueno, decidí escribir sobre lo que más amo en este mundo, un par de terremotos que vinieron a hacer temblar mi vida y llenarla de emociones. Espero que cuando ellos estén un poco más grandes y de verdad me escuchen (no estamos en ese momento aún) también quieran saber sobre sus aventuras y no sé si me acordaré de todas.

Además, me parece una manera interesante de registrar cómo van cambiando, porque como mamá de gemelos es común que las personas me pregunten “y cuál es el más terrible?, cuál es más independiente, o calmado”. Lo único que puedo decir es “depende de la semana en que me lo pregunte”. Mis hijos, al igual que el resto de los seres humanos de este planeta, son seres con sentimientos y actitudes cambiantes. Una semana Javier es un osito cariñosito que me aplasta con abrazos  mientras Matías anda en un mundo aparte, diciendo que él es un adulto y no me necesita. La semana siguiente, él mismo está llorando porque quiere que duerma a su lado y le haga colochito en el pelo, esa semana Javier se revuelca en malacrianzas y me dice que salga de su cuarto.

En muchos aspectos se parecen, en otros son inmensamente distintos. A veces ellos quieren ser iguales en todo, otras, se hartan de que su hermano haga y tenga lo mismo y terminan en pleitos con llaves de lucha libre; pero para mí son tan únicos  y particulares que encontré en ellos la manera de aplacar esa sequía, tengo mil historias que contar y más por venir, así que espero que encuentren agradable y ameno mi blog. No es nada de literatura profunda ni para reflexionar, simplemente quiero seguir contando, como siempre lo he hecho (esta vez con más detalles), la maravillosa aventura que es mi vida con gemelos.  

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